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Renoldi, Lía

Nací en Tres Arroyos (Prov. de Buenos Aires), el mismo día que Colón llegó a América. Claro que algunos años después. Mis padres eran ambos alemanes; mi madre de los alrededores de Berlín, mi padre (a pesar del apellido italiano), provenía del Ruhr. Papá vino al país antes de la primera guerra mundial; mamá en el año 1923. Se conocieron en el Jardín Botánico. ¿Cómo iba a adivinar mamá que ese lugar tan romántico del encuentro era, en realidad, la boca de entrada a un túnel de aventuras sin fin?En cuanto a mí, puedo definirme con una frase alemana que dice: “la manzana no cae lejos del árbol” cuyo equivalente en castellano es algo así como “de tal palo, tal astilla”. En otras palabras, no puedo negar que soy hija de mi padre, porque siempre me impulsó su mismo espíritu aventurero. Cursaba el cuarto grado durante la guerra, cuando fue expropiado el colegio alemán Bismarck (hoy Instituto Ballester). Sus más de 800 alumnos se ubicaron en diferentes instituciones privadas y del Estado. Cerca de casa quedaba la Escuela Nº 7 y allí fui a parar. En ocasión de una fiesta patria, la maestra Lucy nos pidió que escribiéramos algo alusivo. Yo llevé un breve poema titulado “Gloria al tambor de Tacuarí”. Lo leyó, me puso: “muy bien, felicitado” y dijo: “cuando seas grande, tienes que escribir”. Lástima, que no aclaró cuán grande tenía que ser. La vida me llevó por diferentes caminos e infinidad de obligaciones y recién descubrí, bastante más tarde, mi interés por la literatura.Fue así como, convencida de que “las cosas llegan a su debido tiempo”, hace apenas catorce años me propuse averiguar si tenía condiciones para escribir. Comencé con un taller de narrativa y, simultáneamente, tomé clases de literatura rusa, francesa, italiana, americana y alemana. A partir de entonces, empecé a escribir cuentos. Algunos inspirados en vivencias paternas (que alcanzarían para varias novelas), otras en experiencias propias o simplemente imaginados. Participé en diversos concursos y obtuve varios premios con relatos breves que se publicaron en antologías. En el caso de “El Monograma”, fue finalista del Cuarto Concurso Nacional “Fundación Victoria Ocampo 2006/2007” y “El hombre de los anteojos” recibió el Primer Premio en el 13º Concurso Nacional “Río de la Plata 2007”. En cuanto a “El día de Todos los Santos”, estuvo entre los preseleccionados en España.Hasta aquí he llegado, por ahora. Lamento no poder decir como Borges, que me jacto de haber leído más de lo que he escrito. Sin embargo, como bien dice el refrán: “nunca es demasiado tarde para empezar.”

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