En esta obra El Tocatimbres nos entrega todo eso en narraciones sencillas , como relatos de un valija en el café, descanso obligado en medio de la tarea, pero al leerlas descubrimos que no se trataba solo de su trabajo, sino de la forma en que lo transformó en algo que disfrutar mientras se cumple con la tarea cotidiana... con su impecable presencia... y su sonrisa simpática, silbando un tanguito en tardes primaverales, robando retamas para llevar a su amada, soñando un futuro mejor para sus hijas... El Tano fue dejando huellas y anécdotas por cada zona, hospital o laboratorio que pisara... y puedo asegurarles, que quien tomó su posta, sabe perfectamente que así fue... porque lo más maravilloso que le pudo pasar a quien escribe estas lineas es haber pisado los mismos adoquines, las mismas salas, consultorios, y en el abrazo de muchos de sus colegas sentir el respeto y reconocimiento que mi padre merece. Hoy ya no es lo mismo, y es muy importante que las nuevas generaciones sepan que antes el visitador era un señor, respetado por todos y respetuoso de todo, como corresponde, a quien le da señorío a su oficio.Si se me permite quiero agradecer la herencia... soy valija , gracias a mi maestro El Toca timbres, y a quienes en homenaje a él me apodaron...