La poesía es un acto de creación humana, como alguna vez la nominaron los griegos, hace tantos siglos. Y el poeta la engendra, la alumbra y la ofrenda a los otros, con valentía y desinterés. Victorina (Elvy) Bovier nos entrega sus poemas, nacidos de un fuerte llamado interior, vocacional y misterioso: recorren una existencia, con todas sus altisonancias, se internan en el universo oscuro o luminoso del amor, rescatan las esencias de la vida, y retornan a su génesis. Con un lenguaje frontal exento de tecnicismos superfluos, donde se logra la “proporción vital” que armoniza el espíritu y la letra, la poesía de Elvy, atemporal y constante como toda su obra artística, es un testimonio imprescindible para recuperar el espacio resignado por tantos poetas olvidados de nuestros días.Es bueno rememorar a Leopoldo Marechal en “La Poética”, Heptamerón, cuando reflexiona acerca del testimonio del poeta frente a la cotidianeidad vulgar: “el poeta, cubierto de ceniza, le vuelve a recordar en sus estrofas aquel sabor eterno que nos fue prometido”