El título intenta, con cierto humor, mostrar las inconveniencias de leer literatura en exceso. La narradora-protagonista cuenta en primera persona distintos momentos de su vida, vida no muy organizada. Busca alguna actividad que la entretenga (parece que la lectura es la única que lo consigue), inclusive con el matrimonio con Alejo, profesor de historia del arte. El matrimonio no es obstáculo para buscar lejos de su localidad singulares trabajos (uno fue pasear perros, otro el voluntariado en un geriátrico, también la docencia, etc.). Como consecuencia de su inveterada costumbre de leer, escribe. Escribe cuentos o narra conversaciones que mantiene con distintas personas, o describe situaciones de las que es testigo. La línea argumental se integra entonces con diversos cuentos, con referencias a libros, a escritores (reales o ficticios) y con la reelaboración de mitos, como el de los Atridas de la mitología helénica. Uno de los cuentos da título a la obra, en clara alusión al Quijote. Los dos registros, el de la narradora-protagonista, y el de los cuentos, están escritos con distinto tipo de letra. El primero en cursiva. La narradora expone dos tesis delirantes: el “antiarte” (promovida con éxito por Alejo) y la “antiliteratura” por ella misma, así, opina, como algunos escritores escribieron sus “antimemorias”. La narradora no dice su nombre, solo el seudónimo de su blog. Por supuesto, no siempre leer es conveniente para una vida razonablemente ordenada. Puede influir, en forma no muy aceptable, en la comprensión de la realidad. Entre los misterios de la vida humana posiblemente el más intrigante es la obsesión por leer hasta calificarla de insalubre y entonces sucede la imposibilidad de plantearse la existencia según parámetros convencionales.