Tal vez la palabra escrita sea el mayor invento de la humanidad. Se puede redactar comenzando con una idea difusa y posteriormente ir enraizándola en el humus fértil que va surgiendo conforme avanza el relato, como el agua de una acequia que se dirige hacia su destino final en un regadío. ¿Es posible introducirse en el pensamiento de un suicida durante las horas previas a la consumación de su atormentada decisión?¿En qué estará pensando o qué sentirá? ¿Lo afectará algo o le será todo indiferente? ¿Cómo serán los instantes finales, esos inmediatamente previos a esa terrible decisión de quitarse la vida? ¿Se espantará pensando en el dolor del instante final? ¿Tratará de rememorar momentos felices?La muerte está tan segura de ganarnos, que nos da toda una vida de ventaja. No duda de que nos vencerá y nosotros tratamos de esquivarla o incluso confrontarla o provocarla. ¿Y el egoísmo?Todos deseamos ganar cuando participamos en una competencia, pero… ¿Y si llegáramos a tener súbitamente un sentimiento irrefrenable de permitir que ganara otro, o simplemente no ganar? ¿Eso sería solidaridad o debilidad? ¿Por qué algunas personas vuelcan casi todos sus esfuerzos hacia el delito y otras se afincan en los antípodas de tal decisión?Si definimos a la obscuridad como la falta de luz, también podríamos definir a la maldad como falta de bondad. La inclinación a hacer el mal o a hacer el bien… Hay respuestas que permanecen dentro de nuestra mente.G. K.