La visión externa de la obra suele proporcionar un panorama, muchas veces, diametralmente enfrentado al que el escritor intentó plasmar en el trabajo referido. No obstante el riesgo, cuento con un subterfugio a favor: la novela se basa en opuestos, lo que supone un grupo de divisorias que me permite ubicar, cómodamente, en cualquiera de sus mitades.Mencioné un juego de opuestos. De ellos se vale Aloi, como elemento desestabilizante, destructor de certezas, que transmite al lector la desazón y lo sumerge en un clima de incertidumbre, aunque en realidad la historia recrea el enfrentamiento supremo y atávico: la eterna dicotomía entre la vida y la muerte. Como ya lo afirma como estilo, el escritor nos entrega un trabajo que oscila entre la poesía y el realismo más cruel, ese que vivimos a diario y que hace falta sublimar en arte para poder seguir adelante. Rubén Sacchi