¿Qué hay antes de la lingüística y de la semiología? ¿A partir de qué posición debería iniciarse una reflexión acerca del lenguaje sino desde la experiencia de los hablantes que se expresan en el lenguaje? En este sentido, allende a todo desvío y alienación, experimentamos como Habla el saber a priori del Otro, sin el cual la palabra carecería de todo sentido. Toda palabra sobreentiende en sí misma la relación de un “yo estoy para ti, como tú estás ahí para mí”. En esto consiste el Habla: supone en sí esta mutua relación de un significado originario. Sin este sentido no sería posible el lenguaje; un significado-significante de naturaleza axiológica que da lugar a la posibilidad de comunicación; y obra la misma comunicación. Si no hay un interés axiológico, originario, por el Otro, no habría Otro y no sería posible el lenguaje. Solamente porque hay algo valioso, ese Haber del Nosotros, esto mismo es aquello que busca ser dicho.
Nuestras palabras, como palabras, de este modo se enuncian en la afirmación axiológica de un común Nosotros; y así lo hallamos constituido y dispuesto al sujeto, previo a toda reflexión. El Habla va hacia el lenguaje asentada en esta experiencia plural de sí como lo real, dado axiológicamente y, por lo tanto, antes y distinta de toda afirmación ontológica. Son los sujetos axiológicos, y por lo tanto autoconscientes, quienes de manera originaria constituyen el Habla originaria; un Habla experimentada a priori y como aquello absolutamente real, bueno y verdadero. Este “logos” axiológico, gratuitamente donado, se experimenta en la gratitud como raíz de todo lenguaje, y en ella se reconoce metafísicamente la trascendencia de su origen y, a la vez, su hallarse dialógicamente destinada a otra consciencia.
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