En algunas ocasiones nos sentimos despojados de nuestro ser, y nuestro cuerpo sufre al igual que la mente y, si existe el alma yo diría que en esos momentos no está para sostenernos.
La paciente 174 es mi historia conviviendo con el trastorno bipolar. Hoy, con la ayuda de mi psiquiatra y mi terapeuta estoy en un estado eutímico y puedo contar lo que pasa, por lo menos en mi caso, cuando se padece esta patología.
He pasado por crisis profundas donde la muerte aparece como forma de escapar del dolor y que me llevaron a internaciones en instituciones psiquiátricas, que muestran la locura como la forma de vivir cada día.
Las preguntas se agolpan en mi cabeza: ¿quién soy?, ¿qué debo hacer?, ¿cómo?
Aparentemente la genética ha jugado al azar conmigo y me ha puesto en un camino donde el dolor, la angustia, la violencia, la alegría y el endiosamiento fluctúan, creando una realidad distorsionada con pérdida de la dignidad, en la cual la ilusión de lo incierto crea una utopía necesaria para vivir.