“Ante el grave error de ella, sólo quedaba una receta, la única solución posible, un camino univoco. Debía matarla” – manifiesta Jordi - para justificar la desaparición de su esposa, María. Una vez tomada la decisión, el protagonista comienza un periplo de entrevistas con diferentes personajes transmitiéndoles lo sucedido. En el derrotero intervienen un novel amigo, un sacerdote inexperto, un policía inescrupuloso, un abogado, una gentil prostituta, un dubitativo terapeuta, un socio médico y un viejo masón; ellos, conforman el listado de habitantes del pueblo visitados por el confidente.A partir del relato de Jordi, cada uno de los confesores vivenciará situaciones diferentes según sus necesidades, creencias y también, conveniencias. Cada uno vislumbrará varias alternativas ante el móvil secreto, debatiéndose entre el ser y el deber, entre el querer y el poder, entre el bien y el mal.Las tribulaciones de todos los personajes nacen de sus propias miserias, más allá del crimen que, en esta historia, es secundario; sólo un simple disparador para ventilar el egoísmo humano.El final es tan impredecible como lógico.