Andrés Neuman deja la tranquilidad de la provincia en busca de un mejor destino. Para ello cuenta con Gabriel, su primo, que lo aloja y lo ayuda a establecerse.Los días pasan. Andrés deambula, trabaja y respira, pero las sombras están presentes como si la oscuridad y el aislamiento fueran un nutriente y él, una planta de invernadero.Jessica, su esposa… ¿Qué pasó con ella y el hijo que llevaba en su vientre? ¿Acaso no alcanzó el cementerio para apagarlo todo? Andrés no debe recordar para no dar respuestas a sus preguntas…Cada jornada se esmera en limpiar mesas, baños, trapear pisos y acarrear mercaderías; un caos que elige para escabullirse de otro. Pero eso también se termina. Y cuando llega su fin, Joaquín, un médico psiquiatra que asiste al bar con regularidad, le ofrece trabajar como casero en una vivienda cerca de la Av. 14, en la salida del kilómetro 26 de la autopista Buenos Aires – La Plata.Un mes después empuñaría un arma y cambiaría el destino de cuatro personas.–La ciudad del vidrio –dijo Andrés rescatando una frase que el psiquiatra había usado cuando comenzó la charla.–La Capital Nacional del vidrio –corrigió orgulloso Joaquín, y sonrió.Un lugar donde todo puede verse según el cristal…