El abuso sexual contra los niños/niñas y adolescentes es una de las más perversas formas de violencia. Las víctimas sufren un daño irreparable a su integridad física, psíquica y moral. Se daña su derecho a la integridad, la intimidad, la privacidad y, principalmente, se vulnera el derecho a no ser expuesto a ningún tipo de violencia, abuso, explotación o malos tratos. La vivencia traumática de haber sido víctima de ASI (Abuso sexual Infantil), suele traer variadas consecuencias, neurobiológicas, lesiones somáticas, psíquicas, trastornos psiquiátricos y trastornos sexuales en la adultez, es por ello que es menester trabajar intensivamente en los vínculos y practicas saludables en sexualidad.
Y por qué no, también, hablar del abuso sexual perpetrado por mujeres, delito grave que queda escondido detrás de las construcciones de género, las representaciones imaginarias y los guiones sexuales. Las mujeres delincuentes sexuales están significativamente subrepresentadas en la literatura y los trabajos de investigación
Un fuerte vínculo de confianza con el cuidador primario es la base del desarrollo de una personalidad saludable; esto fortalece al niño/a para afrontar situaciones de estrés, regular emociones, crear relaciones sanas y así poder experimentar el mundo como un lugar seguro para explorar, que le permitirá lograr confianza e independencia.