Recordar es algo más que tener memoria. Y la literatura argentina, máxime la entrerriana aún en construcción, tenía una deuda con Juan Carlos Ghiano y Luis Alberto Salvarezza, viene a saldar parte de ella, dando cuenta de ambas alturas, saberes y compromisos con una palabra situada, que bien ha dicho lo suyo. La salud de toda literatura requiere de recuperaciones constantes y este libro –como bien dice Alfaro– es la lectura y relectura de una de las obras más voluminosas y de mayor proyección intelectual…y que comprende teatro, novela, cuentos, poesía, crítica, traducciones y ensayos. Y como tener memoria es algo más que recordarlo todo, sólo quienes se entregan a estas donaciones, se tornan al fin y al cabo recordables más allá de sí mismos, como Ghiano lo hiciera con tantos que desde el Índice se refieren. En este mundo de abracadabras sucesivas, tentar el eje de rotación de una palabra, exige estas ediciones de crítica anotada por ecos y referencias, como minuciosamente lo hace Salvarezza. Y otra vez la palabra de un poeta haciéndose cargo de un poeta-crítico y sus fuentes, ratificando y demostrando que nada nace de la nada. Salvarezza devuelve a Juan Carlos Ghiano, que a su vez dio cuenta de su Entre Ríos y de su lengua y de las otras que sabía y de todos los géneros, que finalmente son sólo uno: la belleza por guía, cada palabra en su tiempo, y a cada luz lo suyo. Esta mirada despertará otras miradas. A estos “Apuntes” la modestia no los salva de etimológicas, ya que apuntar es dirigir un arma al punto de un blanco; y el arma es la obligación de toda generación de leerlo todo de nuevo; y el blanco: una obra imprescindible y en riesgo de nublarse entre los inmensos anaqueles de las novedades sin consecuencias. Juan Carlos Ghiano las tuvo. Y he aquí una prueba más, que me alegra y nos enseña. En el mundo de las palabras, mirar hacia atrás no es transformarse en una estatua de sal, sino decir con la Ajmátova: “No obstante, mi corazón nunca olvidará a quien dio su vida por un único mirar.” Y eso vale.
Miguel Ángel Federik
