Bajo el vasto e inatrapable concepto de realidad, Christian reúne una serie de relatos. Pero en ese mismo nombrar ese conjunto o aunar bajo ese nombre, está la clave del artificio. ¿Qué es lo real? ¿Cuándo sucede? ¿En el sueño o en la vigilia, en el que cuenta o en lo relatado, en el cotidiano o en la ficción? Y en todo caso, uno, ¿De qué lado de eso real se encuentra? De ese modo, esa palabra, más que como afirmación, podría leerse casi como pregunta: ¿Realidades?
Los relatos de Christian, entonces, suceden entre. Entre el lector y el autor, entre los escritores y lo leído, las referencias, la biblioteca en el cuerpo, procesada, barajada y vuelta a dar, entre Beckett, Kafka, Poe y, por supuesto, Borges como origen y destino, siempre. Entre ese amor a la palabra, a cómo decir.
Sucede, también, entre la vida y la muerte. Transitando Realidades no puedo no pensar en el concepto de zombi: cuerpos que no están muertos, pero tampoco vivos. Cuerpos atrapados en la coerción de lo que no es ficción, eso real, aquello que no se elige: un relato, una situación; una condición. A modo de hechicero, nombrando, Christian dota de vida esos cuerpos, se la devuelve, y los somete a su voluntad.
Sincero, triste, reflexivo, culto, Christian cuenta y nos arrastra a no quedarnos ni quietos ni cómodos, a refundar y nunca dejar de preguntar, qué y cómo funciona ese consenso acerca de la realidad.
Romina Paula