EL FARO DE ALEJANDRÍA
A usted amigo lector que acaba de leer estas memorias, entre las que se relatan importantes acontecimientos y obras, a lo largo del libro, si es habitante, vecino o visita el lugar, probablemente la curiosidad lo lleve a buscar placas que, tanto en el mármol como en el bronce, nos recuerden.
No las va a encontrar porque entiendo que las obras se valoran con el tiempo, por lo que le propongo recordar “la parábola del Faro de Alejandría”.
“Cuenta la leyenda que el arquitecto que logro tan magnífica obra, una vez finalizada quiso esculpir en la piedra su nombre a lo que el rey SALOMEO lo obligo a grabar el suyo.
El artista cubrió la piedra con un material más débil y sobre este grabó el nombre del rey.
Y debajo, sobre la piedra, puso el suyo.
El tiempo se encargó de erosionar dicho material quedando luego al descubierto el nombre del verdadero ejecutor”.
Moraleja “deja que el tiempo se encargue de valorizarte” si es que lo mereces…
Carlos Rivas