Creer que la sociedad que hoy tenemos salió de un repollo ya no alcanza. Pensar que la conducta de cuarenta millones de argentinos es el fruto de algunos pocos que están en el poder, tampoco suena razonable.Tal vez no es erróneo pensar que “son corruptos y no les importa la gente” o todo lo contrario, -de hecho así se vota-, pero... ¿qué hacemos con el resto de la sociedad? ¿Cuántos conducen el país, entre un 5% a 10%? ¿Dos mil, cuatro mil argentinos, repartidos en el poder público y en el poder privado? Entonces ¿de qué juega el resto? ¿De dónde sale ese 5% , acaso es una misión extraterrestre que nos embriaga de Corrupción, Tolerancia, Anestesia Social y Anomia? Tal vez haya llegado el momento de admitir que somos ineficientes, y lo peor: que nos ha interesado muy poco el porvenir de futuras generaciones, atrapados en un cortoplacismo e individualismo para el que fuimos entrenados. Control de Daños propone una inspección en nuestra línea de razonamiento, una auditoría sobre nuestros actos. Silenciosa, privada, pero sin anestesia. Más allá de cuestiones puntuales, algo nos hará ruido, algo se habrá desacomodado. Ese es el punto de partida para desarrollar nuestro propio Control de Daños y hacer “Copio y Cambio”.